Antoni Gabarre. Educador Social, Muralista
En los últimos 30 años las ciudades y sus espacios públicos han sufrido muchas transformaciones. El ser humano, activo e imaginativo ha inventado y desarrollado de manera globalizada múltiples usos de los espacios públicos. Hay casos singulares como el de Tarifa en la provincia de Cádiz donde el comercio de los productos derivados de la práctica del surf ha transformado la estética urbana, así mismo las playas cercanas también han experimentado una transformación por esta misma actividad.
Hay actividades nuevas en los espacios públicos que se han adelantado en el tiempo a las transformaciones urbanas adecuadas. El grafitti es una actividad nueva que a nivel global está afectando a los municipios. El poder económico y comercial que existe detrás de esta y otras actividades conflictivas es tan importante que poco se puede hacer para compensar el daño que causan. El grafitti y especialmente en su vertiente del vandalismo está globalizado gracias a las redes sociales y a los fabricantes y herramientas de spray, esas industrias ponen en circulación más de 15 millones de botes de spray.
El daño generado en el planeta por el vandalismo del grafitti asciende a más de 52.000 millones de dólares, con la crisis actual destinar un sólo euro a la limpieza del grafitti, es una ironía, teniendo en cuenta que hay espacios urbanos en el más absoluto abandono, y lo que es más importante que hay servicios públicos con recortes presupuestarios.
