Daniel Muñoz
Después de las no sé cuantas muertes y resurrecciones de la pintura, sigue siendo difícil esclarecer las razones por las que todavía existen los pintores, como dice aquella famosa frase atribuida a Pierre Corneille: “los muertos que vos matáis gozan de buena salud” , fragmento de una escena perteneciente a su comedia El mentiroso.
Spok Brillor (Madrid, 1978), como todo buen pintor, es también un buen mentiroso, ya que toda pintura se basa en una maniobra de simulación: ocultar la verdad mostrando lo falso. Estas estrategias que revuelven conceptos tales como representación, realidad, documento o ficción están también presentes en la práctica fotográfica, especialmente en el incesable flujo de imágenes digitales que definen nuestro presente. La democratización de la fotografía ha generado una serie de cánones totalmente nuevos en el mundo de la imagen; incluso ha puesto patas arriba los antiguos, aquellos que hundían sus raíces en la pintura como el único lenguaje de representación que se ocupaba de “lo visual”, desde el Paleolítico hasta el nacimiento oficial del daguerrotipo en 1839. Es curioso que unas de las primeras imágenes experimentales tomadas por Louis Daguerre fuera una titulada El taller del artista fechada en 1837.
En la obra de Spok confluyen muchos de estos asuntos, basándose ésta en dos dicotomías perfectamente definidas: Pintura vs. fotografía y taller vs. calle. Su intachable bagaje como escritor de graffiti ha esculpido un lenguaje plástico y conceptual que empuja su obra en múltiples direcciones, pero todas ellas apuntan hacia un lugar común: la ciudad y su erótica oculta. Una metrópolis ficticia y universal que esconde recovecos y experiencias sombrías pero que trata de definirse a través de reflejos y flashes. En todas sus pinturas hay un strip-tease iconográfico que contemplamos con cierta confusión; ya que, a pesar de la ultradefinición de sus obras, existen en ellas un gran porcentaje de ideas veladas, escondidas tras las cegadoras luces de lo artificial. Podríamos decir que su obra cumple las funciones de un espejo, pero a diferencia de esos artilugios que nos devuelven un reflejo fugaz, las imágenes de Spok retienen con alevosía muchas de las propiedades poéticas de la luz, sobre todo aquellas relacionadas con la opacidad y la transparencia.
Spok Brillor
Spok Brillor, nombre con el que se conoce al artista, nació en Madrid, donde reside. Su inquietud artística se genera en los 90 a través del graffiti; estudia Bellas Artes en la misma ciudad donde, más adelante y sin dejar nunca de lado sus orígenes, realiza multitud de proyectos para grandes marcas y agencias de publicidad. No deja nunca de viajar para pintar murales en numerosos festivales lugares como México, Buenos Aires, Hong Kong, Miami…
Compatibiliza esta actividad con trabajo de galería, habiendo sido partícipe en múltiples exposiciones colectivas e individuales como TATE Modern´s Walking Tour, el stand de El País en ARCO o el Instituto Cervantes en Manchester.