Hasta el pasado día 2 de julio ha podido verse en la sede madrileña de la Fundación Juan March la instalación Artefactos para sedentes rodantes, creada por el estudio los díez, formando parte de la exposición Escala: Escultura (1945-2000).
Este proyecto surge originalmente a partir de las ideas y reflexiones contenidas en el artículo «El (d)espacio público, un lugar donde estar, ser y encontrarse», publicado en el número 115 de la revista Diseño de la Ciudad, escrito por Javier Díez, componente de los díez y articulista.
Artefactos para sedentes rodantes se presenta como una instalación de carácter irónico que visibiliza críticamente la precaria situación del que los autores han denominado ‘sedente’, esto es, el ciudadano que pretende vivir la ciudad sin la necesidad de sumarse a la vorágine de la hipermovilidad rodante, reivindicando de esta manera lo que ellos mismos han bautizado como el (d)espacio público.
Esta obra materializa paródicamente lo que parece ser el destino ineludible de los elementos de asiento instalados en nuestras calles y plazas al dotarlos de unas ruedas que rompan el estatismo improductivo que supone —sólo aparentemente— la quietud y el sosiego, y por extensión la reflexión y el pensamiento —siempre sospechosos— de sus ocupantes, máxime cuando se trate de lectoras y lectores.
Una interpretación transversal de estos artefactos por parte de los responsables de la Fundación Juan March es la que propició su inclusión como instalación dentro de la exposición Escala: Escultura (1945-2000) y la que nos permite entenderlos como elementos que —pese a su rotundidad formal y másica, pero gracias a su movilidad— acompañen metafóricamente a la escultura moderna en su colonización del ‘campo expandido’ del que habló Rosalind Krauss, propiciando que la obra escultórica abandone la galería o la sala de exposición, o su pedestal en el caso de los monumentos, e invadan por primera vez el jardín de la Banca March.
Otra mirada a estas piezas es la que convierte a objetos comunes de la vida cotidiana, en este caso unos elementos de asiento, en obras, si no de arte, si dotados de unos componentes que los hacen trascender de su mera función utilitaria para convertirse, como es el caso, en elementos de crítica y reflexión.
De esta manera quien visitase esta exposición y se topase con estos Artefactos para sedentes rodantes podía tomar la decisión de, o bien sentarse en ellos y disfrutar del idílico entorno, o bien meditar sobre el sentido —o sinsentido— de dotar de ruedas a unos bancos, o por qué no, hacer ambas cosas a la vez.