Berliner Seilfabrik – Urban Design Berlin GmbH
La concepción de la forma y la función de los llamados puntos de juego se encuentran en un proceso continuo de cambio desde hace años. En áreas de juegos de todo el mundo conviven las más variadas formas y modelos.
Estos cambios tienen mucho que ver con el hecho de que los fabricantes se centran cada vez más en el aspecto creativo a la hora de desarrollar un punto de juego.
Por supuesto, no hay excepciones a la regla de que la función lúdica es lo primero cuando se empieza a desarrollar y planificar un punto de juego. Pero muchas veces, después de fijar los parámetros necesarios para que el funcionamiento del juego fuera el adecuado, no se pensaba en darle una forma agradable, y se creaban puntos de juego que cumplían completamente su función y que respondían a las posibilidades técnicas (limitadas) y creativas (a menudo inexistentes) que tenía el fabricante, ni más ni menos. Como único tratamiento creativo, cada punto de juego individual se «decoraba» con elementos simbólicos adosados.
Hoy en día se observa cada vez con más frecuencia que la forma que adopta un punto de juego viene dada por las posibilidades que ofrece la fabricación industrial moderna. Ya no es necesariamente obligado que la forma exterior sea sólo el resultado de su función (aunque esto sería muy deseable desde el punto de vista de la teoría del diseño contemporáneo). La utilización de materiales y técnicas de fabricación innovadoras permite muchas posibilidades a la hora de diseñar formas, también en el caso de los puntos de juego, algo que ya es imprescindible desde hace tiempo en el campo de la arquitectura y del diseño de productos.
Pero estas posibilidades nos plantean la cuestión de qué función debe tener el diseño de un punto de juego y qué consecuencias se derivan de la misma. La representación o copia de superficies naturales, animales u otros objetos cotidianos en un lenguaje plástico simplificado y cómico no parece ser lo ideal, ya que un punto de juego de este tipo siempre se ve bajo esa forma, y este tipo de lenguaje plástico acaba perdiendo aceptación entre los niños y niñas que juegan en él a largo plazo. Y éste es precisamente el peligro de las posibilidades de las que ahora disponemos. En el pasado, no fueron pocos los fabricantes, incluso algunos de renombre, los que cayeron en la tentación de adaptar temas y formas llamativas y aplicarlas a los puntos de juego, sólo porque era posible hacerlo. [leer más… en la edición impresa]