Batllé i Roig Arquitectes
La Vaguada de las Llamas era una gran reserva de espacio público en el centro de Santander destinada por el Plan General a convertirse en Parque. Su ubicación, perpendicular a la playa del Sardinero y por tanto axialmente orientado Este-Oeste con una ladera a Sur y la otra a Norte, su especial topografía, la propia de un valle con fuertes desniveles, la presencia de un torrente en su punto más bajo y su forma estrecha y alargada (11.000 metros de largo por 300 metros de ancho) hacen de la Vaguada de las Llamas una pieza urbana realmente peculiar.
A estos datos físicos hay que añadir una característica que convierte a las Llamas en un paraje realmente único: en el lecho del torrente el estancamiento de las aguas ha creado una importante colonia de carrizo, única por su extensión y que sin duda había que adecuar y preservar.
Para nosotros hacer un parque en Santander significaba la oportunidad de trabajar en una localización geográfica en la que nunca antes habíamos tenido la oportunidad de trabajar. Tener el Atlántico, como contexto medioambiental suponía una novedad en nuestro trabajo que queríamos explorar en todos sus ámbitos no sólo botánicos y biológicos sino también en aquellos aspectos que inciden directamente en la morfología del proyecto a través de la ecología.
A partir de estos supuestos la propuesta se desarrolla en diferentes niveles que deben confluir en un proyecto complejo y abierto capaz de admitir los cambios y los procesos que la ciudad, el clima, y la eco geografía del lugar vayan introduciendo.
El primero de estos niveles tendría que ver con la estructura urbana del parque. En este sentido el parque se organiza a través de dos vías rodadas que lo definen perimetralmente: una ya existente, la autovía S-20 y otro creado especialmente, paralelo a la Avenida de los Castros, que remata el parque por el lado de la Universidades.
La entrada principal, coincidente con la rotonda del Pabellón de Deportes, da acceso rodado al parking principal y al Parque a través de una arboleda que culmina con un mirador sobre la Vaguada y un anfiteatro verde. Este acceso, busca relacionar las dos intensidades supuestas del parque: la masiva, relacionada con los posibles grandes eventos que allí se efectuarán y la más intima, relacionada con el paseo relajado y el disfrute más particular del lugar.