Paton-Tellería – Arquitectura y Diseño
La intención principal de la propuesta fue desde un principio la de utilizar la superficie disponible, de 21 metros de altura y 50 de desarrollo horizontal en curva, para ligar todo el espacio y todos los posibles puntos de vista con un efecto unitario que particularizase la estación y sirviese de imagen de referencia y orientación en este mundo subterráneo de gran escala.
Esa idea inicial, unida a la propia sugerencia del espacio disponible, que recuerda en su tamaño y configuración curva al gran espacio de un ábside catedralicio, nos llevó a la idea de inundar este ámbito de luz, pero no de luz estática, sino luz animada por un movimiento incesante vertical que acompañe a los viajeros en su descenso por las escaleras mecánicas y ascensores de vidrio que cruzan e intercomunican los cuatro niveles de esta gran obra de ingeniería, compensando además la inquietante bajada a treinta metros de profundidad, con la sensación ascensional que produce una referencia óptica de caída.
De esta forma, y sin pretender realizar una cascada realista, sí se producía una sinergia con tal fenómeno de la naturaleza, porque además el color azul propio del agua, era el más adecuado por su propiedad relajante para un lugar que se prevé aceleradamente transitado. La imagen de las majestuosas cascadas de Iguazú ofrecía algunas de las cualidades que parecía solicitar el tema. Por otro lado, y como complemento al sentido descendente hacia lo subterráneo, pensamos oponer la luz más intensa en el lado más profundo a la penumbra en la parte superior, para así descender hacia «lo luminoso», y paliar de nuevo la sensación del descenso.