Madrid está engranitada,
quién la desengranitará,
el desengranitador,
que la desengranite,
buen desengranitador será.
Ángel Aragonés
Hace años se decía que la mejor manera de arruinarse era comprar una cantera, seguro que siegue siendo cierto, pero si la cantera está en China o uno trabaja para empresas que contratan las obras de la Comunidad y el Ayuntamiento de Madrid, (no sé como es en otros lugares), seguro que el vaticinio de ruina se cambiará por el de la riqueza.
Pero hay algo mejor que vender baldosas de granito, ¡reparar los suelos de Madrid! La calle Arenal, se peatonalizó con el sistema de coexistencia entre peatones y coches, ¡magnífica idea!, la calle ha recuperado su energía de antaño y los ciudadanos han ganado un espacio para pasear e ir cómodos a El Corte Inglés y los comercios nuevos y antiguos (los menos), que abren sus puertas en esta calle que desemboca hacia el este con la Puerta del Sol. He aquí, otro paradigma de las reformas urbanas de la ciudad de Madrid, donde de nuevo se ha echado «un dineral» al suelo ¿cómo no? ¡de granito!, todo de granito, más granito, esto es la guerra y el granito debe vencer ¡es eterno!, «el Dios de los materiales patrios», (aunque sea de China). ¿Tendrá que ver esto con el neoconservadurismo, y la nostalgia de la obra de El Escorial y el imperio hacia Dios que también es eterno?
Quizás sea verdad que para determinadas personas, «Dios estuvo siempre en su cartera» y quizás así lleguemos a la conclusión de la necesidad del granito y su permanentemente restauración, al igual que los bolardos. Poner, reparar y vuelta a empezar y venga y dale… esto es un chollo, ¿también eterno?
La calle Arenal, la Puerta del Sol, podrían estar embaldosados con ahorro y austeridad que reclaman sus gobernantes y seguro que se podía haber diseñado un pavimento específico para los usos previstos y la importancia de estos dos lugares. No quiero dar ideas, igual en la próxima reposición.
Que a estas alturas no se haya diseñado y ensayado un suelo contundente para esta ciudad, tiene su lado perverso, relacionado con el antiguo uso del reparto de privilegios a las grandes empresas. Ahora a ti las obras y a ti el mantenimiento y así año tras año, de modo que se a constituido en una costumbre que nada tiene que ver con la tan cacareada sostenibilidad, etc.
Se impone el diseño de un pavimento eficiente y un estudio científico que de solución a tanto absurdo y palurdo despilfarro, existen pavimentos con demostrada eficiencia en calles y plazas, se puede diseñar una pavimentación específica para cada lugar con materias incluso recicladas, en fin I+D+I ¡el diseño señores!, el diseño español está poblado de personas capaces y de fabricantes que «aguantan el tirón» fabricando productos buenos y que con la ayuda a la investigación y la búsqueda de materiales eficientes ahorrarían dinero, caídas, roturas de rodillas, etc… ¿hasta cuándo pagar por diseñar el estorbo? ¿Cuándo veremos diseños útiles y con un poquito más de gracia y sobre todo ¡EFICIENTES! [leer más… en la edición impresa]