Guardianes en el Jardín du Palais Royal

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Xavier Mascaró

La calidad, diversidad y singularidad de las esculturas, dibujos, instalaciones y escenografías de Xavier Mascaró (París 1965), le convierten en uno de los artistas españoles más interesantes de nuestro panorama artístico actual.

Comenzó su carrera artística como pintor y poco a poco y a medida que su pintura se iba volviendo más matérica evolucionó hasta la escultura, «quería crear una presencia física que estuviera frente a mí. Así fue como empecé a convertirme en escultor». Sus primeras piezas fueron realizadas en bronce, aunque enseguida el artista se inclinó por la utilización del hierro. «Lo fundo mediante una apropiación personal que he llevado a cabo del procedimiento industrial (…) me encanta el comportamiento caprichoso que tiene el hierro en la fundición —afirma el artista— he llegado a comprenderlo bastante, puedo preverlo y controlarlo». Mascaró ha sabido convertir ese material en fuente de nuevas soluciones escultóricas, que le hace inscribirse de pleno derecho en una tradición netamente española.

Desde hace aproximadamente cinco años, el artista siente que ha de enriquecer su lenguaje e incorpora nuevos materiales en su obra que le permiten añadir otros matices: cristal, bronce, piedra, cerámica o la fotografía, que utiliza en el proceso de producción de las obras para comprobar como evolucionan, e incluso el vídeo, que en cierto tipo de instalación le permite añadir detalles.

Aunque en los últimos años ha mermado el interés que Mascaró dedica a la figura del animal, su interés por los animalarios y las zoologías fantásticas es una constante a lo largo de su iconografía. A este respecto el artista opina que el animal no le interesa demasiado en sí mismo, pero sí la iconografía a él asociada en distintas culturas, épocas y lugares. «Es una metáfora de las pasiones, deseos y temores de la mente humana, que es también una mente animal.» A pesar de que la obra de Mascaró podría definirse como figurativa, el artista opina que «tiene una vocación marcadamente abstracta. No me interesan los objetos que represento, sino el icono al que se reducen, y los “aromas” que de ellos se desprenden.»

La obra de Xavier Mascaró es muy diversa y difícilmente clasificable. La rotundidad visual y conceptual, el frecuente trabajo en series temáticas, el uso a menudo de grandes volúmenes, la ocupación y delimitación del espacio en sus llenos y en sus vacíos, la plasmación plástica de formas y masas en continua tensión, la existencia de una fuerte carga simbólica, la gran diversidad de elementos iconográficos que pueblan sus esculturas (animales, dragones, saurios fantásticos, barcas, yelmos, armaduras, huellas de tauromaquias, cruces, manos, objetos de estirpe religiosa, corazones, cabezas, extrañas máquinas, cuerpos atrapados…), la presencia de una ausencia (la de la figura humana), que en los últimos años ha remitido, convirtiéndose en la presencia de una presencia… [leer más… en la edición impresa]