Fidel Molina, una pintura que aporta emociones y vida

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Fidel Molina pintura

He de confesar que hablar sobre mi pintura siempre me ha resultado un ejercicio un tanto extraño, y hasta si se me apura, de alguna manera antinatural, ya que exige traducir en palabras un idioma que en un artista habita en su íntimo universo psicológico.

Pintar es una forma de hablar con los sentimientos y comunicar emociones, y ello suele partir de un concepto previo o de un instante fugaz que impresiona la retina y deja su huella en la conciencia para, acto seguido, generar ese impulso que conduce a la elaboración de la idea y a su consiguiente materialización final. La transposición de esa imagen conceptual en objeto pictórico va acompañada de manera ineludible en todo artista de su particular impronta. Este sello, en mi caso, discurre por los senderos del realismo, aunque  en muchas ocasiones pueda tomar prestadas algunas dosis de las características que definen al hiperrealismo, en el que no llega nunca a caer, ya que mi intención no es ser fotorrealista, sino que la pincelada sea visible y aporte matices y vida. Los cimientos plásticos sobre los que todo ello se sustentan son el juego con la composición, la luz y el color.

Fidel Molina pintura

Como objetivo final, trato de que se establezca una dialéctica entre el espectador y el cuadro, fundamentada sobre todo en presentarle una realidad conocida para que se sumerja en ella y le atrape, y dejar así que la persona que mira se relacione con la obra y establezca un diálogo con lo representado que le conduzca a la elaboración de su particular intrahistoria del cuadro. De este modo, más allá del significado inicial, es el espectador el que define la obra en última instancia con su interpretación.

Pintar la urbe es representar ese mundo artificial de cemento y metal por el que el ser humano discurre, un mundo de contrastes, luminoso y oscuro, antiguo y moderno, muchas veces caótico, de luces, colores, vehículos y fugitivos caminantes. Un mundo que es posible observar desde cierta distancia aunque irremediablemente inmerso en él.

Fidel Molina pintura

Pero si hay algo que resulta especialmente interesante en la plasmación del ambiente urbano es explorar la relación del individuo con la ciudad, con su entorno, ya sea bien por su protagonismo bien por su ausencia. Me interesa más el habitante anónimo de las ciudades que la ciudad en sí misma, la cual no deja de ser el escenario en el que éste se desenvuelve; un habitante captado en instantes cotidianos o fugaces que se desarrollan en la urbe y que, por su costumbre, podrían pasar desapercibidos a la mirada, pero que pueden encerrar un fuerte componente narrativo cuando se pone atención en ellos.