Jordi Duran Barquet.
Director Departamento Técnico de Estudios de Iluminación de Ros Iluminación
No es ninguna novedad a fecha de hoy decir que la situación económica general en nuestro país está pasando por uno de los peores momentos de su historia. En un contexto de adversidad económica como el actual, el gasto e inversión en los servicios públicos han sufrido y siguen sufriendo sus consecuencias en forma de reducción de asignaciones presupuestarias por parte de las Administraciones, especialmente los Ayuntamientos que han visto muy castigadas sus fuentes de ingresos.
En el área del alumbrado público, las administraciones locales se han visto obligadas, por una parte, a buscar al máximo el ahorro en el gasto corriente de explotación de las instalaciones existentes en sus municipios y por otra, a minimizar la inversión a efectuar en aquellas instalaciones de nueva realización.
En estos últimos años, esta necesidad de reducir gasto y conseguir ahorro ha venido profundamente marcada por el concepto de eficiencia energética, concepto importantísimo por su significado de grado de aprovechamiento de la energía consumida.
En este sentido, todos somos conocedores de la evolución tecnológica que han experimentado las fuentes de luz y sistemas de control en los últimos tiempos, de la importancia que tienen el rendimiento y el comportamiento fotométrico de los sistemas ópticos, o la existencia de las funciones de regulación y programación en los equipos de encendido, o la posibilidad de realizar un control global de una instalación por medio de una telegestión punto a punto, etc., conceptos que se presuponen como asumidos y de los que se ha hablado mucho.
Cierto es que cuando hablamos de alumbrado público conviene distinguir de qué ámbito lo hacemos, por lo tanto referimos nuestro interés en el alumbrado urbano, diferenciándolo del viario o el de zonas industriales.
Y es aquí donde encontramos un punto de interés sobre el cual centrar la atención, ya que la diferenciación de estos ámbitos de aplicación del alumbrado entendemos que claramente marca una línea de separación cuanto a criterios, más allá del concepto de eficiencia energética.
Nadie va a negar que en todo proyecto de alumbrado, tanto urbano como viario o de zonas industriales, deben aplicarse criterios de eficiencia, pero parece de absoluta lógica decir que en algo se deben diferenciar, puesto que de no ser así se instalarían los mismos tipos de punto de luz con las mismas características en todas estas zonas, sin distinción. Por lo tanto debe considerarse algo más que la eficiencia energética, siendo muy relevante este algo más cuando nos centramos en el ámbito del alumbrado urbano. […]