El Paseo del Prado de Madrid, ha sido el lugar elegido para contemplar desde el pasado 6 de octubre hasta el 10 de diciembre la escultura monumental de Baltasar Lobo, organizada por Caja Duero en colaboración con el Ayuntamiento de Madrid.
La adecuación a un entorno expositivo con las características de unas esculturas monumentales obliga a recurrir a una cuidada selección previa de los espacios más idóneos, lo que en este caso conduce al Paseo del Prado, en el tramo comprendido entre el Jardín Botánico y la Cuesta de Moyano. 
Un hallazgo muy positivo para presentar la obra del zamorano de Cerecinos, Premio Oficial de las Artes y las Letras de Francia (1981), Premio Nacional de las Artes Plásticas de España (1984) y Premio de Castilla y León de las Artes (1985), esta vez, lejos de su tierra castellana.
La muestra ha permitido acercarse a la obra de este artista poco conocido en nuestro país, ya que vivió en París de manera permanente desde 1946 hasta su fallecimiento en 1993; presente, sin embargo, en el paisaje urbano de Zurich, París, Luxemburgo y Caracas.
La escultura de Lobo llega finalmente a las calles de Madrid, después de integrarse en Valladolid, Sevilla y Lisboa. Piezas realizadas para ser expuestas como se han visto durante toda esta itinerancia: dialogando con los edificios e imponiendo su suave presencia.
La exposición ha permitido abrir a la contemplación más popular, a la visualización del ciudadano de la calle, una obra excepcional, que hasta ahora ha sido más reconocida fuera de España que en nuestro país.
La Obra Social Caja Duero ha realizado, con el comisariado de María Porto, una selección de dieciséis bronces, fundidos en su mayor parte durante los últimos años de vida del artista.
