Jesús Guzmán, Director de la división Mobility de Siemens España
Creo que estaremos de acuerdo en que el Internet de las cosas hoy por hoy no es un tema habitual en una charla de café, ni un concepto a debate en las tertulias televisivas. Sin embargo, es un hecho que el fenómeno de la digitalización ha cambiado y cambiará mucho nuestra vida, nuestras formas de percepción y el modo en que trabajamos y nos comunicamos. Por el momento, podemos atisbar hasta qué punto se reestructurará la sociedad cuando se digitalice completamente. Pero, ¿cuáles son esas increíbles posibilidades futuras? ¿Y los retos y riesgos? ¿Se expandirá nuestra perspectiva del mundo o se volverá más restringido y uniforme?
Responder a estas cuestiones pasa por explotar los beneficios y contrapartidas del internet de las cosas, desde una perspectiva global en todas las áreas: salud, ciudades, política, movilidad… El llamado Plan Juncker destinará una partida de 315.000 millones de euros a la digitalización aplicada a la movilidad, a condición de que los proyectos financiados cumplan tres reglas: «crear valor, comenzar dentro de los próximos dos años y generar beneficios sociales», tal y como declaró recientemente la Comisaria Europea de Transporte, Violeta Bulc.
La digitalización está a la vuelta de la esquina y vehículos, carreteras, semáforos, peajes y estaciones generarán una cantidad masiva de datos que Europa debe estar lista para gestionar de manera productiva, dinámica e inteligente. Razón de más si tenemos en cuenta que el transporte es un factor clave para reducir la dependencia energética de Europa respecto del exterior, ya que este supone el 35% del consumo de la energía de la UE, de la cual, el 94% procede del petróleo. La población mundial alcanzará los 8.400 millones de personas en 2030 —unos 1.000 millones más que en la actualidad—, que equivalen a un proporcional aumento de viajeros. Además, el 60% de los habitantes del planeta vivirá en ciudades, lo que multiplicará los traslados y la saturación del transporte urbano. Sin olvidar el transporte de mercancías, que se triplicará en 2050 y seguirá aumentando la contaminación, que actualmente cuesta a los Estados de la UE unos 45.000 millones de euros cada año, según la Agencia Europea de Medio Ambiente.