El equilibrio entre el reto y la seguridad
Desde hace ya unos años la bicicleta ha dejado de ser sólo una actividad de ocio para convertirse también en un medio de transporte junto a coches y motos, especialmente en nuestras ciudades. Como vehículo silencioso y sostenible es buena para el medio ambiente. Además, contribuye a mejorar la calidad de vida gracias al ejercicio físico que se realiza con ella, mejora la cohesión social y permite mayor independencia y libertad. Su utilización ha conocido un aumento muy significativo en todas las franjas de edad.
Ayuntamientos y gobiernos han reconocido todas estas ventajas y han promovido su uso con la incorporación de nuevos carriles bici en el trazado urbanístico, aparcamientos, subvenciones para su compra, días dedicados a ellas u oficinas municipales, como es el caso de Leganés. Aún así, las medidas son todavía insuficientes para moverse con libertad, por lo que los ciclistas se han visto obligados a incorporarse a las calzadas y hacerse un sitio entre los demás vehículos. Esta convivencia resulta conflictiva y peligrosa por la emergente rivalidad que surge al compartir movilidad y especialmente, por el uso que se hace del espacio. Sin embargo, vamos por buen camino.