Iñaki Alday, Margarita Jover, Jesus Arcos. aldayjover arquitectura y paisaje
LOS MEANDROS. ENTRE EL RÍO Y EL HOMBRE
El meandro de Aranzadi, como tantos otros meandros, son el producto de la doble acción de las aguas y la progresiva ocupación humana a lo largo de los siglos a través de la agricultura. Durante miles de años, las dinámicas del rio han ido creando suelos ricos, vegetación y ecosistemas naturales que el hombre ha aprovechado. La intensificación de la explotación agrícola ha dado pie a relaciones simbióticas unas veces, y relaciones conflictivas otras. La naturaleza variable de los volúmenes de agua y de los trazados de los cauces son el origen de la fertilidad y la complejidad ecológica de los espacios de ribera. Sin embargo, la variabilidad, el carácter incontrolable de las dinámicas fluviales y, en concreto, de la las inundaciones, han sido percibidos también como amenaza. La presión humana sobre el territorio, la necesidad de ocupar espacio y producir, de asegurar bienes y vidas, ha exacerbado la exigencia de estabilidad y seguridad. Presas y diques han modificado la morfología de la mayoría de los ríos. La palabra es «defensas», ¿contra que? ¿o no son los ríos y la presencia del agua la razón fundamental para casi cada uno de nuestros asentamientos humanos?. Esta relación conflictiva entre dependencia y defensa se produce desde hace milenios en los entornos urbanos y agrícolas. La contradicción entre fertilidad y seguridad, deposito y defensa, estacionalidad de la cosecha e impredecibilidad de la crecida, genera múltiples situaciones físicas en los entornos fluviales.