Permite regular la temperatura del color, la intensidad y el espectro visible en función de la hora del día, pudiendo pasar de 6000 a 1700 K sin apenas luz azul (menos de 500 nanómetros) no afectando a los ritmos circadianos de la mayoría de fauna nocturna y cumpliendo con las especificaciones de las normas establecidas por el Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC) para la protección del cielo nocturno.