Sergio González Fernández / División Técnica de Certificación de AENOR
Aunque con salvedades, hoy en día se puede admitir que el medio ambiente ha pasado a ser un aspecto prioritario en políticas y planes de acción de las Administraciones Públicas. Las empresas privadas, bien por obligación legal o bien por iniciativa propia, también han aportado su grano de arena en éste contexto.
Gracias al esfuerzo de todos se ha logrado integrar la variable ambiental en múltiples escenarios, desde la decisión política o estratégica a la actuación concreta en campo. Pero también a otras escalas: las individuales, las que nos permiten valorar o comprar productos por su menor impacto en el medio, seleccionar nuestro destino de vacaciones u ocio o requerir aspectos medioambientales en la educación de nuestros hijos.
Nuestra sociedad ha cambiado, pero también en otros aspectos; el ocio se ha convertido no sólo en un negocio sino en un activo importante para la satisfacción de las personas. Además, nuestras ciudades se cuidan mucho de mantener las infraestructuras necesarias para garantizar un ocio adecuado y asequible para sus ciudadanos.
Esas mismas ciudades, por ley pero también por iniciativa propia, han venido reservando espacios amplios para zonas verdes. En un buen número de casos, la singularidad de estas zonas y sus características las han convertido en verdaderos referentes de las ciudades a las que pertenecen.
En este escenario en el que el medio ambiente se ha convertido en un valor integrador, en el que las zonas verdes y parques singulares alcanzan cada vez mayores cotas de importancia en nuestras ciudades y en el que el ocio de los ciudadanos muchas veces pasa por disfrutar de dichas áreas, desde AENOR se ha desarrollado un esquema de certificación de Parques y Jardines centrado en la sostenibilidad de su gestión y en la singularidad que les caracteriza.