Departamento Comunicación Hispalyt
En 2020 nos dimos cuenta de las necesidades y criterios necesarios en una vivienda para hacer de esta un lugar que ayude a nuestro bienestar. Y como ciudadanos hemos sido conscientes de la diferencia entre vivir en un entorno con un espacio público agradable o en un barrio sobrepoblado sin lugares que nos aporten un ambiente favorable para nuestra salud.
Esta consciencia sobre la ciudad en la que vivimos se une a la transformación tecnológica, a cambios sociales o al compromiso global con la sostenibilidad, aspectos que están marcando actualmente la hoja de ruta del nuevo urbanismo. Además, arquitectos y urbanistas se enfrentan también a retos como la contaminación, nuevas necesidades de movilidad, el aumento de las temperaturas o la falta de espacios colectivos. El origen del adoquín se remonta a hace 25 siglos, pero por sus posibilidades de diseño, durabilidad y fácil mantenimiento, continúa siendo un elemento clave en el urbanismo del siglo XXI.
Tres proyectos para comprender la evolución del urbanismo y la integración del adoquín cerámico
Vertebrar desde la singularidad de la urbanización Casal Barri de Trinitat Nova (Barcelona) – Bayona-Valero Arquitectes y Cantallops-Vicente Arquitectes
Desde 2018 en el distrito de Nou Barris de la ciudad de Barcelona, emerge un edificio que aprovecha la topografía y se convierte en una prolongación del espacio público, transformando el lugar y diluyendo la línea entre interior y exterior.
En la concepción del proyecto, desarrollado por los estudios Bayona-Valero Arquitectes y Cantallops-Vicente Arquitectes, surgió la idea de utilizar el propio adoquín ya presente en la urbanización, «el planteamiento general de la propuesta de concurso era, justamente, convertir la urbanización existente en edificio. Se trataba de un proyecto impulsado por el mismo Ayuntamiento de Barcelona que incluye todo el ámbito peatonal del barrio y consigue dar carácter al conjunto. Vertebrar desde la singularidad de la urbanización. La elección del adoquín, pues, nos venía dada, pero la particularidad era integrar el edificio en el paisaje» apuntan los autores del proyecto.
En este sentido respecto al uso del adoquín cerámico empleado también de manera excepcional en la propia fachada del edificio, «el respeto hacia el entorno se traduce en el uso del mismo material cerámico fusionando el espacio de urbanización con el propio edificio. Los bancos y barandillas cerámicos configuran el perímetro y actúan como lucernarios de entrada de luz por los espacios interiores.