María Palau
En la pintura figurativa contemporánea hay una tendencia muy extendida a examinar la ciudad de hoy. En que ciudad vivimos y como. Y también como descubrimos las otras ciudades. La estética urbana en la pintura actual es atractiva y fresca —porque nos toca de muy cerca—, pero cada vez cuesta más encontrar propuestas innovadoras, originales y personales. Descubrir un pintor nuevo que pinta el mundo urbano se convierte a menudo, en el descubrimiento de un pintor más que, como tantos otros, pinta el mundo urbano sin aportar nada nuevo. No es el caso de Abel Florido (Barcelona, 1963), un pintor que también frisa para crear obras con esta estética, pero con una sensibilidad especial.
En la obra de Florido encontramos un equilibrio muy gratificante entre aquello que podríamos decir una pintura intelectual y una pintura popular. La ausencia de colores o, mejor dicho, la selección precisa, metódica e intencionada de un único color (generalmente, el rojo, bien llamativo) no incomoda al espectador, sino que más bien lo motiva a descifrar los negros, blancos y grises que danzan por la tela. Esta apariencia sobria, difícil, de los cuadros, estimula que nos fijemos más en los detalles. [leer más… en la edición impresa]